lunes, 23 de octubre de 2023

Los delincuentes (Argentina-Luxemburgo-Brasil-Chile/2023). Dirección: Rodrigo Moreno. Elenco: Daniel Elías, Esteban Bigliardi, Margarita Molfino, Germán De Silva, Laura Paredes, Mariana Chaud, Cecilia Rainero, Javier Zoro Sutton, Gabriela Saidón, Adriana Aizenberg. Guión: Rodrigo Moreno. Fotografía: Alejo Maglio, Inés Duacastella. Edición: Manuel Ferrari, Nicolás Goldbart, Rodrigo Moreno. Sonido: Roberto Espinoza. Distribuidora: Maco Cine. Duración: 189 minutos. Salas: 

Por Hernán Cortés

Sorpresas te da la vida... y la Academia. Cuando todo parecía indicar que la película argentina preseleccionada para los próximos Oscar iba a ser Puan, el comité de cine local finalmente se inclinó por Los delincuentes, de Rodrigo Moreno, una designación un tanto más arriesgada desde las formalidades (su estreno comercial será al filo del plazo permitido para competir) así como también desde la propia factura del film, desafiante a los cánones oscarizables (empezando por sus más de tres horas de duración). Que la película haya sido adquirida por MUBI, y como consiguiente, que pueda ser vista también en Estados Unidos, posiblemente sea una razón de peso en la decisión, como también los elogios cosechados en Cannes, Toronto y San Sebastián.

 

En El custodio (2006) y Un mundo misterioso (2010), Moreno ya venía trabajando con protagonistas que, como si de personajes arltianos se tratase, buscan salvarse, zafar del tedio diario, escapar de una rutina aplastante hacia un lugar donde la vida tenga sentido. En entrevistas previas, el director señaló que el disparador de su nueva película fue la anécdota de Apenas un delincuente (Hugo Fregonese): harto de su trabajo monótono, un empleado bancario decide robar los sueldos de sus compañeros y esconder el dinero, asumiendo ir preso para reencontrarse con el botín luego de cumplir una pena de seis años. A pesar de las similitudes en los títulos, de conservar el nombre del protagonista (Morán) y de que también se parte de un desfalco bancario, Moreno lleva la propuesta hacia otros rumbos, tomándose tantas libertades como las que ansían sus personajes.

El hombre gris que procede del pasaje al acto es, como dijimos, Morán (el salteño Daniel Elías, en una lograda caracterización entre zen y existencialista), un tesorero al que le faltan veinte años para jubilarse. Años que, por supuesto, no quiere pasar trabajando en un banco. Un día, la ausencia de un compañero que lo secunda en los controles de bóveda le deja el campo libre para hacerse de varios miles de dólares. Los guarda en un bolso y, silbando bajito, se va para no volver. Si en la película de Fregonese el acarreo de dinero físico se justificaba porque no existía la bancarización electrónica y porque evidentemente el peso argentino no perdía valor (¿quién dejaría hoy un "canuto" seis años inmóvil, sin invertir?), Moreno se vale de la pasión nacional por el billete verde para capitalizarla en función del guion. Para Morán, ese bolso con dólares será la llave hacia felicidad. Es cuestión de esconder la plata, entregarse a la policía, aguantar unos años "adentro" (que pueden ser menos por buena conducta) y, una vez libre, vivir al fin.

Pero el plan de Morán requerirá de un cómplice, y el elegido es su compañero Román (Esteban Bigliardi), quien al principio duda pero finalmente accede a guardar la plata, primero en el departamento que comparte con su novia y más tarde en un recóndito rincón de las sierras de Córdoba. Esa primera parte (la película está dividida en dos actos) es una oda a una Buenos Aires quizás no tan apreciada la gente que a diario circula por allí: las callecitas de la City, sus imponentes edificios administrativos, sus cúpulas. Como si Moreno quisiera mostrar que aún dentro de la alienación cotidiana también se puede encontrar belleza. El director también rinde tributo a la mítica pizzería Imperio, en Chacarita.

En su segundo tramo, Los delincuentes se despega de su matriz original para volverse más lúdica e impredecible. Allí pasarán los días carcelarios de Morán, la presión de la compañía aseguradora del banco para descubrir al autor del robo y el divagar de Román por los bucólicos paisajes cordobeses (derivas que recuerdan al Boris de Un mundo misterioso). También entrará en escena un extraño trío de un videasta y dos hermanas, que le dará un nuevo significado a la trama. Habrá citas al primer disco de Pappo's Blues, a la poesía de Ricardo Zelarayán (con cameo de Fabián Casas incluido), a El dinero de Robert Bresson. Y por si esto fuera poco, Germán de Silva se desdobla en dos papeles: por un lado, un directivo bancario, y por otro, un influyente presidiario. Todos elementos que hacen suponer un delirio pero que a lo largo de la película van fluyendo con total naturalidad, como si la película fuera abriendo puertas que conducen a otras, y así.

Ambiciosa, imprevisible, desmesurada, cautivante por momentos, y por sobre todas las cosas, muy argentina: así es Los delincuentes, que desde su irreverencia buscará seducir a la Academia de Hollywood. El crédito está abierto.

         

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