miércoles, 16 de abril de 2025

La coproducción uruguayo-argentina Perros, de Gerardo Minutti y con Marcelo Subiotto, indaga en los conflictos de dos familias vecinas. Se estrena en ambos países en el último trimestre del año.

Por Hernán Cortés (Desde Montevideo)

Posiblemente el barrio de Sayago no esté en el radar de muchos de los argentinos que visitan Montevideo, acostumbrados a moverse entre la avenida 18 de Julio, la Ciudad Vieja y la rambla. Esa zona de casas bajas, al oeste de la capital uruguaya, es el escenario de Perros, debut en largometraje de Gerardo Minutti, que integra la Competencia de Nuevos Realizadores en el Festival Cinematográfico del Uruguay. Coproducida con Argentina, la película pasó previamente por el Festival de Málaga, donde María Elena Pérez obtuvo el premio a la mejor actriz de reparto. Se prevé que en ambos países se estrene en el último trimestre del año.


Perros indaga en el vínculo entre dos matrimonios vecinos (María Elena Pérez y Néstor Guzzini de un lado, Noelia Campo y el argentino Marcelo Subiotto del otro) cuyos terrenos están separados apenas por una medianera baja, por lo que inevitablemente se ven obligados a compartir cierta cotidianeidad y, como consecuencia, afloran envidias y recelos. Cuando una de las parejas salga de vacaciones, sus colindantes, amparados en la custodia del perro y las plantas, aprovecharán para husmear a fondo la intimidad ajena. Pero ese juego voyerista no terminará de la mejor manera.

“Yo me crié en una casa con esa dinámica cuenta Minutti—: pegadas, con una medianera, donde la vida vecinal te lleva a convivir. Llegaba de la escuela y, si mi madre no estaba, tocaba el timbre y tomaba la leche en la casa de la vecina. Después me cruzaba por el fondo. En nuestro caso nunca tuvimos un conflicto, pero sí estaba la dinámica de ‘te dejo las llaves, cuidame las plantas’. Muchas veces el origen arquitectónico de esas casas es de familias comunes: dos hermanos que se compran un terreno y lo dividen. Después uno lo vende y el otro termina viviendo con alguien que no tiene nada que ver”.

¿Tomaste como referencia alguna película de, digamos, “usurpación”, como Parasite o la argentina Los dueños?

—La realidad es que no porque, como sabrás, los procesos de las óperas primas son muy largos y cuando había escrito el guion esas películas no estaban todavía. En 2019 estuvimos en el foro de coproducción de San Sebastián, que es en septiembre, y Parasite había ganado en Cannes en mayo. Entonces, cada vez que me sentaba con un productor me decía: “¿Viste Parasite?” “¿Pero qué pasa con esto?”, me preguntaba (risas). Es lógica la referencia, son dos películas que me gustan, además. Creo que lo que tienen en común es eso de querer meterse en la vida del otro, pero en el caso de Perros es un conflicto de gente de la misma clase.

A uno de los dos matrimonios quizás le fue un poco mejor, pero tampoco es que son unos potentados.

—Hay algo inherente a la condición humana. Aunque lo querramos ocultar, todos estamos permanentemente mirando al otro. El jardín de al lado siempre es más verde. Y no necesariamente eso tiene algo de maldad, sino que es mirar al de al lado y ver qué construimos nosotros. Se puede ir a un lugar más bueno o más malo, pero, como reflejo, me parece natural y espontáneo el hecho de mirar. Obviamente la película se va a un lugar donde se cruza una línea y se les va un poco de las manos, pero la premisa inicial es parte de la condición humana,

Pero una cosa es espiar y otra intrusar, ¿qué creés que los motiva?

—Creo que todos los personajes de la película, sobre todo los masculinos, tienen un dilema aspiracional. Esta siempre conflictuados sobre qué es lo que lograron y qué es lo que quieren lograr, adónde están parados y adónde quieren estar parados. El final tiene que ver con eso, todos están queriendo ser una cosa que no son. Como unos no tienen vacaciones, quieren vivirlas en la casa de los otros.

Cuando sucede el punto de giro de la película, si bien hay tensiones, nunca termina de explotar todo, ¿te interesaba mantener ese tono a fuego lento?

—Hay un interés mío en la construcción de la historia que tiene que ver con la circularidad de estos mundos. Si bien la película tiene una historia que arranca, que tiene un conflicto, también se transforma en una pequeña ventana de miradas a esos mundos. Los personajes van a continuar por fuera de la película. Creo que en esas dinámicas no todo se resuelve, no todo termina explotando, sino que muchas veces quedan estos estados circulares. Cuando llega un vecino, solo cambia el jugador. El castigo o la resolución pasaba más bien por: “Bueno, esta gente está encerrada en este barrio y no sé si va a salir mucho de ahí”.

¿Cómo surgió lo de la coproducción con Argentina?

—Para el financiamiento de este tipo de películas la coproducción es esencial y Argentina es un socio natural. La verdad que es muy triste la situación que están atravesando, con una gestión que ataca burdamente a la cultura y al cine en particular. Quiero aprovechar esta nota para expresar mi solidaridad con todo el cine argentino, con todos los técnicos, con todos los actores. Van a volver a estar de pie porque las personas pasan y la cultura queda. Para la coproducción nos presentamos en el Fondo Ibermedia a través de Cimarrón, que es una productora que en Uruguay está teniendo una fuerza muy grande. Después, por esta situación argentina, tuvimos bastantes dificultades, pero pudimos salir adelante.

¿Ya tenías pensado a Subiotto como uno de los protagonistas?

—Al tener la posibilidad de contar con un argentino en el elenco, Marcelo estuvo entre mis primeras dos o tres opciones. Creo que tiene una economía al actuar imponente, dice mucho con muy poco, tiene tremendos matices. Y después trabajar con él es un honor. Un actor que tiene una trayectoria tan grande, que participe de una ópera prima, lo hizo con una generosidad alucinante. Al personaje de Fernando lo hizo volar, que es lo que pasa con los grandes actores. No creo que uno llegue al rodaje con el guion y los personajes terminados, sino que se termina de construir con los actores, y Marcelo desde allí aporta muchísimo.

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