jueves, 22 de septiembre de 2016

El padre (Argentina/2016). Dirección: Mariana Arruti. Elenco: Emma Gil,                                     Manuel Martínez Sobrado, Franco Jeremías Lara Arruti, Nadia Schmiedt, Vanina Aybar. Guión: Mariana Arruti, Débora D´Antonio. Fotografía: Manuel Muschong. Edición: Marisa Montes. Música: Bernardo Baraj. Distribuidora: Cine Tren. Duración: 72 minutos. Salas:

Por Hernán Cortés

¿Quién fue realmente Juan Arruti? Es la pregunta-disparador que se planteó su hija Mariana para desentrañar la identidad de este obrero sindicalista que murió en circunstancias nunca esclarecidas y sobre quien la familia posó un manto de silencio. La directora tenía cuatro años cuando perdió a su papá, en septiembre de 1973, por lo cual sus recuerdos son prácticamente nulos. A través de testimonios de quienes lo conocieron y  que ahora se atreven a hablar (esposa, hermanos, sobrinos, compañeros de militancia), el documental es un viaje tras las huellas de una figura tan admirada como -al menos para el núcleo familiar- controvertida.


El interrogante central radica en las causas de la muerte de Arruti. Si bien su ideología y actividades políticas no estaban demasiado claras para los suyos, cabe destacar que se vivían épocas difícles para el sindicalismo, dividido entre una rama plegada al poder de turno (era la antesala del retorno de Perón) y aquellos idealistas que peleaban por mejores condiciones para las bases. Hay quienes afirman que un tren lo atropelló cuando cruzaba las vías distraído (uno de sus hermanos destaca su "cara de sorprendido" al reconocer el cuerpo), pero no son pocos los que están convencidos de la intencionalidad del "accidente".

Con las extensas playas de Monte Hermoso como escenario principal (los Arruti son de allí), El padre excede al clasico formato de cabezas parlantes y material de archivo (hay registros en Super 8 de la intimidad familiar), ya que aquí se intercalan escenas de ficción que recrean -en riguroso blanco y negro- al gremialista de niño y ya mayor compartiendo momentos junto a su hija. Suman también valor artístico a la propuesta la excelente fotografía, que refleja la amplitud de esos paisajes, y un curioso uso de la cámara subjetiva, que acompaña casi permanentemente la espalda de la directora (¿acaso para  restarse protagonismo?). Autora de documentales como La huelga de los locos (2002) y Trelew (2004), Mariana Arruti vuelve a saldar una deuda con el pasado y lo hace de manera honesta y entrañable.
  
            

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