lunes, 27 de junio de 2016

La ilusión de estar contigo (Francia/2014). Dirección: Anne Fontaine. Elenco: Gemma Artenton, Fabrice Luchini, Jason Flemyng, Isabelle Chandelier, Mel Raido, Niels Schneider. Guión: Pascal Bonitzer, Anne Fontaine. Fotografía: Christophe Beaucarne. Edición: Annete Dutertre. Mùsica: Bruno Coulais. Distribuidora: Ifa Cinema. Duración: 99 minutos. Salas: .

Por Hernán Cortés

Se desconoce si el veterano Fabrice Luchini es en verdad un aficionado a la literatura, pero en el último lustro fue convocado en dos oportunidades para interpretar a obstinados hombres de Letras. Primero fue En la casa (2012), de Francois Ozón, donde se ponía en la piel de un profesor obsesionado con los relatos de uno de sus alumnos, y ahora, en La ilusión de estar contigo -que en realidad es de 2014 y su título local no le hace justicia al original Gemma Bovery-, de Anne Fontaine, el personaje de Luchini es un fanático recalcitrante de Madame Bovary, la clásica novela de Gustave Flaubert. Pero el característico empecinamiento francés en conectar la literatura con el cine no tiene en esta oportunidad resultados auspiciosos.


Martin Joubert (Luchini) es un panadero que vive con su mujer e hijo en Normandía, mismo escenario donde fue escrito el libro que adora. Enfrente de su casa se muda una pareja de ingleses llamados Charles y Gemma Bovery (Gemma Artenton), que apenas un par de letras la separan de ser una homónima de Emma Bovary. Y la vida amorosa de Gemma no dista demasiado de la volátil heroína de Flaubert. Demasiadas coincidencias, por lo que -claro- Martín siente asistir a la representación viva de la novela. Pero no será sólo un espectador, sino que también forzará su cause.

Quienes leyeron Madame Bovary no deben sentirse unos privilegiados respecto a aquellos que no lo hicieron, pues la película posiblemente aburra a ambos grupos. Poco hay de atractivo en el vouyerismo pueril de Martin y las desventuras sentimentales de Gemma, y mucho menos en los personajes que los rodean como satélites (la familia de Martín, el tendal de amantes de Gemma, unos vecinos recién mudados). Lo mismo puede decirse del recargado uso de la música y la voz en off. Quizás lo más interesante sea una variación en el epílogo -narrado desde tres puntos de vista distintos-, pero no alcanza a salvar una idea ambiciosa que termina resultando pretenciosa.



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