miércoles, 22 de junio de 2016

Julieta (España/2016). Dirección: Pedro Almodóvar. Elenco: Adriana Ugarte, Emma Suárez, Daniel Grao, Darío Grandinetti, Inma Cuesta, Priscilia Delgado, Blanca Parés. Guión: Pedro Almodóvar (basado en dos relatos de Alice Munro). Fotografía: Jean-Claudie Larrieu. Edición: José Salcedo. Mùsica: Alberto Iglesias. Distribuidora: UIP. Duración: 99 minutos. Salas: .

Por Hernán Cortés

Tras la relativa decepción de Los amantes pasajeros (2013), Pedro Almodóvar llega a su película número veinte retornando al universo que más conoce (el femenino) pero a su vez alejándose de las estridencias que dieron origen al ¿subgénero? basado en su apellido (el "almodovariano"). En esta oportunidad, el director manchego sienta un contundente manifiesto sobre la culpa, el peso de las ausencias, las heridas abiertas del pasado y la tragedia que se repite como farsa.


Con las mujeres entonces nuevamente en primera fila (y con los hombres como meros satélites en torno a ellas), esta historia -que mezcla dos relatos de Alice Munro- pendula entre dos etapas de la vida de la Julieta del título, interpretadas por Adriana Ugarte (el periodo que va de los 20 a los 30 años) y Emma Suárez (cuando anda por los 50). El punto de partida es la actualidad de esta mujer a punto de dejar España, pero un encuentro casual hará que recargue las tintas sobre un pasado que, por más que ha intentado borrar, es inexorable respecto a sus pérdidas.

Lo que sigue una mirada hacia atrás en la que Almodovar va desentramando cómo esta joven profesora de Letras se transformó en la cincuentona depresiva que es hoy. Cuando Julieta aún está en carne viva por la muerte de Xoan, su primera pareja, su hija Antía desaparece con rumbo incierto. Son dos cimbronazos con muy poco de margen entre ellos, lo que hará que Julieta se reinvente en cada vida posterior. El realizador de Átame y Todo sobre mi madre dosifica la información de un modo que la trama se sigue con expectativa y resulta punzante en más de un momento. Quizás hagan contrapeso alguna situación inverosímil y las deslucidas interpretaciones masculinas (el citado Grao, Darío Grandinetti como pareja de Julieta ya mayor).

El vigor narrativo de Julieta -cuyas idas y venidas no escatiman recursos como los fundidos a negro y el climático uso de la música- mantiene la vara tan alta, que el epílogo parece resuelto un poco a las apuradas. De todas maneras, el film es una muestra cabal de un cineasta que, aún en sus nuevos rumbos y búsquedas, sigue gozando de buena salud.


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