lunes, 29 de febrero de 2016

Cien años de perdón (España-Francia-Argentina/2015)Dirección: Daniel Calparsoro. Elenco: Luis Tosar, Rodrigo De la Serna, Joaquín Furriel, Luciano Cáceres, Raúl Arévalo, Marian Álvarez, Patricia Vico, Nani Jiménez, José Coronado. Guión: Jorge Guerricaechevarría. Fotografía: Josu Inchaústegui. Edición: Antonio Frutos Pérez. Música: Amy Marie Beauchamp, Jose Cancela, Julio de la Rosa. Distribuidora: Fox. Duración: 98 minutos. Salas:

Por Hernán Cortés

Hace quince años se estrenaba en nuestras salas Cien años de perdón, película dirigida por José Glusman que de alguna manera preanunciaba lo que ocurriría en diciembre de 2001. Dos hombres desclasados, movidos por el hambre y el desempleo, se ven obligados a secuestrar a un tercero sin ninguna experiencia previa en el "rubro". No podría ser más distinto el flamante film homónimo a cargo del español Daniel Calparsoro. Aquí, además de tratarse de una superproducción con rostros conocidos e impecable desde lo formal, estamos ante verdaderos profesionales del delito. Ladrones de guante blanco, con códigos (según las leyes no escritas del mundo del hampa), dispuestos a no desperdiciar ni un solo tiro...a menos que las circunstancias dispongan lo contrario. Sin embargo, a partir del título, ambas propuestas definen un enemigo que justifica el accionar de sus protagonistas: las instituciones .La policía, por el lado de Glusman, y los banqueros, por el de Calparsoro. Son ellos los malos de la(s) película(s).


Coproducida por, entre otras compañías, K&S Films y Telefónica Sudios (tándem detrás de éxitos como Relatos salvajes y El clan), la "nueva" Cien años de perdón sitúa su historia en una lluviosa mañana de Valencia. Como si se tratara de una metáfora impiadosa, el clima tampoco es mejor dentro del Banco Metropolitano de esa ciudad, no sólo entre los clientes (la crisis española aun está vigente y peligran algunas hipotecas) sino también en su junta directiva (circula una lista con eventuales despidos). El mal humor se disipa cuando, de golpe, irrumpe un grupo de asaltantes que toma de rehén a todos los que están allí. La banda está liderada por El Uruguayo (Rodrigo De la Serna), seguido de cerca por El Gallego (Luis Tosar). y mas atrás, El Loco (Joaquín Furriel) y Varela (Luciano Cáceres). Con total "educación" irán despojando a los presentes de sus pertenencias, pero lo que buscan son las cajas de seguridad. Y El Uruguayo, más precisamente, la del político Julián Soriano.

No queda muy claro el interés por la caja del tal Soriano. Al parecer, es un hombre de peso dentro del oficialismo y tiene consigo una información que perjudicaría a sus propios compañeros. Atentos a este posible "carpetazo", el gobierno mueve cielo y tierra para que estos datos no salgan a la luz. De ahí a la conexión con el cabecilla de la banda hay un solo paso. Pero, por circunstancias que no develaremos, El Gallego también está al tanto de esa data candente, y así comenzarán las primeras fisuras y pases de facturas dentro del grupo.

Calparsoro logra generar un inteligente thriller con ritmo intenso, al que le adosa pinceladas de humor que permitirán que el film respire entre tanta tensión (hay mérito del talentoso guionista Jorge Guerricaechevarría, colaborador permanente de Álex de la Iglesia). Excediendo el típico molde de las películas de estafas, se agrega aquí un trasfondo político actual con sus consiguientes juegos de poder.

Lo mejor del film son las actuaciones protagónicas, con un De la Serna en estado de gracia (va siendo hora de que desplace a Federico Luppi del puesto, en caso que lo hubiera, de "Mejor puteador del cine nacional") y un Tosar que no se queda atrás (por estos días, al actor de lo pudo ver en algunas películas del ciclo Espanoramas). A la saga están Furriel (menos convincente que su rol en El patrón) y Cáceres, lo mismo que la escudería española ( Raúl Arévalo, Marian Álvarez, Patricia Vico), que apenas cumple. Si se exceptúa esta (mínima) observación y alguna situación inverosímil (cuesta creer, sin embargo, cuánto hay de ficción y cuánto de realidad en las altas esferas), aunque recién transcurre marzo, Cien años de perdón puede convertirse en una de las películas del año. Todavía se puede apuntar a la masividad sin dejar de lado la calidad.


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