Mientras duraron,
fueron una panacea no solo para cinéfilos, sino también para rateados y
trasnochados en busca de siestas. Los continuados, aquella modalidad en la que
se proyectaban dos o más películas seguidas al precio de una, se extinguieron a
fines de los ochenta. Las razones nunca fueron claras. Quizás primó el lucro de
la industria cinematográfica, que fijó cobrar tickets por película individual.
O, en definitiva, a la gente dejó de resultarle estimulante pasar una tarde en
la oscuridad de una sala.
En plena época de revival ,
los documentalistas Víctor Cruz y Miguel Colombo decidieron unir fuerzas y
traen el continuado de vuelta a las pantallas. Boxing Club (Cruz) y Huellas (Colombo), sus recientes trabajos, se
exhibirán en conjunto desde este jueves 12 en el cine Gaumont (Rivadavia 1635
-CABA). Se trata de dos propuestas distintas, casi antagónicas. Por un lado, la
observación de lo que transcurre en un gimnasio de boxeo ubicado bajo una
estación de tren, y por el otro, la reconstrucción de una familia a través del
pasado de uno de sus miembros.
Sin embargo, la iniciativa de ofrecer ambas películas
juntas permite al espectador acceder, no solo a los diferentes universos que
cada film propone, sino también a dos elecciones narrativas que de alguna
manera son extremos del amplio abanico formal que recorre el cine documental de
autor. Boxing Club y Huellas se
alejan del formato clásico que compila entrevistas, material de archivo y un
narrador omnisciente, y se animan a otras formas de relato, apostando al
involucramiento del espectador como sujeto activo.
Como todo documental, Huellas parte
de un interrogante. “¿Quien fue realmente mi abuelo?” es lo que se pregunta, a
sus treinta y pico, Miguel Colombo. Por medio de su madre, contaba con una
versión edulcorada: nacido en Italia y asentado en el norte argentino,
Ludovico era dueño de una estancia y uno de sus pasatiempos era montar a
caballo. No mucho mas que eso. Curioso, Colombo ve en su abuelo la punta del
ovillo para ir desentramando una madeja que incluye parientes desconocidos (por
ejemplo, los hermanos de su madre) y sucesos familiares ocultos (la ideología
de Ludovico, el casamiento forzado de su progenitora). El mérito de Huellas es lograr que una historia tan
personal -que para el director seguramente significó una catarsis- resulte
interesante. Mención especial para Miguel Rivarola, director de fotografía y
responsable de las hermosas imágenes de los valles tucumanos que recorren
Colombo y los suyos.
De las quinientas mil personas -según estadísticas nunca
oficiales- que transitan diariamente por Plaza Constitución, pocas sabrán lo
que se gesta debajo del hall central. Allí se encuentra montado el gimnasio El
Ferroviario, donde entrenan agremiados a La Fraternidad con inquietudes
pugilisticas. Boxing Club elude la comodidad de mostrar la
estereotipada historia de vida del boxeador amateur para concentrarse
exclusivamente en lo que ocurre dentro de ese submundo. Sin voz en off ni
cabezas parlantes, la cámara de Víctor Cruz registra grandes momentos, como la
narración de una escena de El Padrino en boca de un boxeador, o la paciencia
del veterano entrenador ante un pupilo al que no le salen los golpes.
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