Por Hernán Cortés
Cada jueves que una película de terror arriba a la cartelera local se renuevan las expectativas de encontar a las próximas El conjuro o La Bruja, verdaderos hallazgos contemporáneos del género, pero lamentablemente el noventa por ciento de los casos arroja resultados decepcionantes. Hablando de El conjuro, ni siquiera la mano de sus productores y guionistas -los hermanos Carey y Chad Hayes, que aquí replican funciones- puede elevar los méritos de la modesta La crucifixión.
Dirigida por el francés Xavier Gens e inspirada en sucesos reales, la película comienza con un exorcismo en un monasterio rumano que termina con una crucifixión seguida de muerte de una monja, hecho por el cual el sacerdote que lo llevó adelante es encarcelado. Hasta allí llega Nicole (Sophie Cookson), una periodista inglesa, para investigar si se trató de "mala práxis" (por llamarlo de alguna manera) u homicidio liso y llano. Mientras el seno de la curia acuerda con la condena, puertas adentro del monasterio atribuyen que las fuerzas demoníacas fueron traspasadas a la monja desde otro poseído.
El diablo apoderándose de un cuerpo es una temática ya clásica dentro del cine de género, pero La crucificción no ofrece ni elementos ni matices que impliquen una propuesta superadora (el trauma que acarrea Nicole pudo haber sido mejor aprovechado). Una comunidad huraña, una foránea que asoma la nariz, las internas de la Iglesia y algunos sustos de rigor son el sustrato de una trama por momentos aburrida y predecible, pecados capitales si se trata de un film de terror religioso.
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