Por Hernán Cortés
Mathieu (Pierre Deladonchamps), un empresario parisino treintañero, recibe un sorpresivo llamado desde Montreal, Canadá. Es un amigo de su padre, a quien Mathieu nunca conoció, que le comunica que éste murió ahogado en un lago y que dejó un regalo para él. Su madre, también fallecida, le había dicho que lo de su padre fue una aventura de una noche. El paquete tránquilamente podría envíarse por encomienda, pero al joven lo invade la curiosidad por conocer a su "otra" familia (el padre tuvo dos hijos más) y parte a Canadá con la excusa de asistir al funeral.
Alli lo recibe Pierre (Gabriel Arcand), viejo amigo y colega del padre de Mathieu (ambos eran médicos), que se muestra distante y reacio de que Mathieu se relacione con sus medios hermanos ("Ni saben que existes", le dice Pierre). De todas maneras, a regañadientes Pierre le presentará a estos dos personajes algo patéticos -con la condición de que no revele su identidad-, a la vez que lo irá involucrando con su mujer, su hija y sus nietas.
Da la impresión de que la novena película de Philippe Lioret parte de una idea interesante a la que le faltó ser más incisiva y concreta tanto en su planteo como en sus interpretaciones. El primer tramo coquetea con el thriller, donde la hostilidad hacia Mathieu podría haber dado pie a climas más sugerentes en lugar de involucrarse en disputas y miserias. La segunda parte, en cambio, vira hacia el drama familiar y se reserva un giro -algo predecible, por cierto- que buscará resignificar el relato. Entre esas dos vertientes navega esta propuesta a la que no le hubiese venido mal un golpe de horno.
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