jueves, 6 de abril de 2017

Maracaibo (Argentina-Venezuela/2016). Dirección: Miguel Ángel Rocca. Elenco: Jorge Marrale, Mercedes Morán, Matías Mayer, Nicolás Francella, Luis Machín, Alejandro Paker. Guión: Miguel Ángel Rocca. Fotografía: Sebastián Gallo. Edición: Alejandro Parysow. Sonido: Julián Catz. Distribuidora: Distribution Company. Duración: 95 minutos. Salas: .

Por Hernán Cortés

Gustavo (Jorge Marrale) vive un infierno privado. Su hijo Facundo (Matías Mayer) fue asesinado en una entradera, pero antes del hecho no había entre ellos un vínculo sólido: si Facundo tenía una vocación a priori extraña ante los ojos del padre (era dibujante), cuando Gustavo descubre que además es gay el mundo de este estructurado cirujano se viene abajo. La muerte del joven provocará en él un torrente de arrepentimiento por las cosas no dichas (ni hechas) y un ensimismamiento que afectará la relación con su mujer Cristina (Mercedes Morán), e incluso le acarreará dificultades en su trabajo.


Ensayo sobre la culpa, el peso de las ausencias y los demonios internos, la tercera película de Miguel Ángel Roca (Arizona Sur, La mala verdad) vuelve a poner en el centro de la escena la intimidad del núcleo familiar, aunque en esta oportunidad la propuesta viene con varios cabos sueltos.

Si bien el asalto fatal es advertido de antemano (figura en la sinópsis del film), da la impresión de que el tramo previo es una mera acumulación de escenas, inconexas entre sí, para justificar el punto de giro. La segunda parte gana en complejidad y atractivo, pero no está exenta de dispersiones. ¿Qué busca Gustavo? ¿Redención personal o venganza? Esa dualidad lo lleva a protagonizar situaciones entre inverosímiles (cuando visita en la cárcel al asesino de su hijo -interpretado por Nicolás Francella- sin ninguna barrera de seguridad) y absurdas (un intercambio de golpes con el personaje de Luis Machín digno de Los Tres Chiflados).

Pese a estas consideraciones que resienten la narración, hay que decir Marrale está impecable en su papel de hombre torturado (Morán, en cambio, está algo más desdibujada) y, como puede, lleva adelante este drama intimista con pinceladas de thriller que no logra la profundidad deseada.


              

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