viernes, 19 de agosto de 2016

Pegar la vuelta (Argentina/2016). Dirección: Nacho Garassino. Elenco: María Luz Carballo, Miguel Botafogo Vilanova, Lito Epumer, Ciro Fogliatta, Pablo "Sarcófago" Cano. Guión: Nacho Garassino. Fotografía: Santiago Podestá. Edición: Santiago Podestá, Nacho Garassino. Música: María Luz Carballo. Distribuidora: Independiente. Duración: 70 minutos. Salas: Gaumont.

Por Hernán Cortés

A María Luz Carballo no en vano se la conoce como María Blues. Más allá de la cacofonía del apodo, esta música argentina logró hacerse de un nombre en el género no sólo por sus vínculos (es sobrina de Celeste Carballo y fue novia de Pappo), sino también, citando a Roberto Arlt, por prepotencia de trabajo. Con tan solo veinte años (hoy pisa los cuarenta), María dejó su Devoto natal y emigró hacia Chicago, cuna del blues, con el objetivo de ganarse la vida cantando y tocando la guitarra. No le fue fácil: al principio pasó penurias económicas, pero con el tiempo supo ganarse un lugar en la escena de la ciudad norteamericana y hasta tuvo dos hijas. Aunque la idea de volver algún día siempre ronda en su cabeza.


A través del testimonio de la protagonista -al que se suman familiares y amigos músicos, de acá y de allá- y recorriendo las ciudades en las que ella se mueve (Chicago, Nueva York, Buenos Aires), iremos conociendo -de manera un tanto dispersa-  sus costumbres, sus sueños, sus incertidumbres. Mediante estos retazos de su vida, el documental ofrece más de un momento simpático, como la anécdota narrada a dúo entre madre e hija sobre un accidentado show de Chuck Berry. Pegar la vuelta es también una interesante mirada al sentimiento que produce el blues en quienes lo ejecutan: así lo demuestra el llanto de un músico que zapa con María, en la escena más conmovedora del film.

Pese a que María Luz no es particularmente carismática (por momentos, padece esa locuacidad displicente característica de algunos rockeros), el suyo es un caso destacable dentro de un estilo al que, a excepción de las Blacanblús, Claudia Puyó o la propia Celeste Carballo (sorprende que no esté su voz en la película), pocas argentinas se han aproximado. Su historia es, al mismo tiempo, un ejemplo para cualquier inmigrante que se lanza a la aventura.


          

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