martes, 5 de julio de 2016

La helada negra (Argentina/2015). Dirección: Maximiliano Schonfeld. Elenco: Ailín Salas, Lucas Schell. Guión: Maximiliano Schonfeld. Fotografía: Soledad Rodríguez. Edición: Anita Remón. Sonido: Nahuel Palenque. Distribuidora: Cine Tren. Duración: 82 minutos. Salas: .

Por Hernán Cortés

Podría considerarse a La helada negra, segundo opus del entrerriano Maximiliano Schonfeld, como parte de un cine que mira al interior del país despojándolo de los estereotipos propios del "campo" y considerándolo terreno fértil para los riesgos formales, las búsquedas narrativas y los climas opresivos. En esta corriente están incluídos algunos estrenos locales recientes como Camino de campaña (Nicolás Grosso), Crespo (Eduardo Crespo, también entrerriano) y El eslabón podrido (Javier Diment), que pueden provocar extrañeza en la mirada foránea.


Schonfeld retoma algunos tópicos que pudieron verse en su debut Germania (2012): no solo repite el escenario (una aldea de su provincia poblada por descendientes de alemanes) y uno de los protagonistas (Lucas Schell), sino que también utiliza como trasfondo un peligro acechante (una epidemia avícola en aquella oportunidad, una helada ahora).

A la granja a cargo de unos colonos "gringos" llega Alejandra (Ailín Salas, única profesional del elenco e inmejorable elección para su papel), una joven de la cual no se sabe su procedencia que se instala en el lugar para colaborar con las tareas y a quien, tras coincidir su arribo con el cese de la helada, los lugareños no tardan en atribuirle dotes milagrosas. Al mismo tiempo, Alejandra se vincula de manera intermitente y errática con Lucas (Schell), uno de los pocos habitantes de su misma edad.

Película introspectiva, de aura mística, con más interrogantes que certezas (de hecho, no hay casi ninguna) y rasgos de documental, lo que en La helada negra se pierde en acción dramática cobra fuerza en el aspecto visual, como los psicodélicos fundidos que separan algunas escenas y los precisos planos (mérito de la DF Soledad Rodríguez). Schonfeld vuelve a reflejar, de manera tan intrigante como sugerente, las particularidades de una comunidad de pocas palabras, entretenimientos primarios y permanente misterio.


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