lunes, 9 de mayo de 2016

Combinación entre drama y thriller con elementos fantásticos, se estrena este jueves "Tiempo muerto". Entrevista con Víctor Postiglione, su director.

Por Hernán Cortés

Asociado al básquetbol, el concepto de tiempo muerto es la potestad que tiene un entrenador para solicitar la detención del juego en caso de apuros, ya sea para realizar cambios o modificar su estrategia. El tiempo muerto de Víctor Postiglione, en cambio, significa mucho más que un pedido. Una súplica desesperada, más bien: volver a ver, aunque sea por unos minutos, a alguien que ya no está en este mundo.

Luis Luque y Guillermo Pfening, protagonistas de Tiempo muerto
Protagonizada por Guillermo Pfening, María Nela Sinisterra y Luis Luque, Tiempo muerto se estrena este jueves y parte de la siguiente premisa: Franco (Pfening) pierde a su novia Julia (Sinisterra) en un brutal accidente y descubre que, mientras vivía, ella se entregó a un extraño proceso (un "tiempo muerto") para ver una vez más a su padre, fallecido hace unos años. ¿Estaría dispuesto Franco a hacer lo mismo con Julia? El deseo por reencontrarse con el ser amado, sin medir costos ni consecuencias, es el eje de este enrarecido relato rodado en Colombia.


- ¿Cómo surgió el concepto del "tiempo muerto"? ¿Era alguna leyenda que habías escuchado o se te ocurrió a vos?

- Nació de un sueño que tuve con mi papá, que había fallecido. En ese sueño, yo me encontraba con él y le decía cosas que me había quedado con ganas de decirle. Cuando me desperté, me dije: "Me encantaría saber de una persona que haga esto, que me venda un tiempo con una persona que ya falleció, como si fuera una prepaga". Fue como una epifanía, y lo había sentido tan bien que me puse a averiguar si esto pasaba de verdad. Pero siempre eran encuentros espirituales, nunca con la concreción de la persona. En la película lo expreso: son tiempos que ya pasaron, pero que no pertenecen a ninguna linea temporal. Son recuerdos, pero no sabemos en qué linea ubicarlos. Ahí empecé a idear lo del tiempo muerto.

- Franco acepta sin vacilar la posibilidad de tener un tiempo muerto con su esposa fallecida. De hecho, desembolsa una suma importante de dinero. ¿No duda en ningún momento de la verosimilitud de la propuesta?

- Cuando escribí el guión también me lo pregunté: ¿hasta qué punto uno quiere saber si esto es verdad o mentira? Lo que traté de trabajar con los dos personajes, sobre todo con Franco, era que ellos tenían una hermosa relación de amor y que se rompía abruptamente. Entonces, siempre partiendo de mi premisa del sueño, ¿qué estaría dispuesto a hacer si esto fuera verdad? Yo creo que me la jugaría. Sentí que en una situación de desesperación, porque hablamos de una muerte reciente, no necesitaba preguntárselo mucho. Es a prueba y error. Si sucede, sucede, y si no, mala suerte.

- Ayala (Luis Luque) es un personaje bastante ambiguo. Es, en principio, una especie de padre para Julia, pero al mismo tiempo se torna oscuro. ¿Coincidís?

- Cuando armé la lógica del relato traté de llevarlo a lugares que no se saben bien si es el presente o el pasado. Se sabe que es un tiempo muerto, pero no en qué momento se está. Entonces, a Ayala lo sentí como una parábola, como el momento de la historia que no se toca. Ayala siempre quiere salvar a Julia en el ida y vuelta, pero en eso tiene la misma consecuencia. Es el único personaje que sabe lo que está pasado porque los dos se lo cuentan. Lleva consigo esa información y por eso está manipulando todo el tiempo. Lo que no sabe es que todo le vuelve a empezar a él, como que nunca se da cuenta de que se termina también él enredando en ese tiempo muerto.

- ¿Qué tipo de cine o literatura te influyó a la hora de hacer la película? Por su estructura, la asocio con Cortázar y su recurso de la cinta de Moebius.

- Totalmente, me influencio mucho por ese tipo de literatura. También me gusta el cine fantástico donde todo es ambiguo y minimalista. Si bien no es un futuro distópico lo que estoy contando, hay un elemento fantástico dentro de una historia que es una tragedia. Lo que sentí es que puede existir quizás esto, más en Colombia, donde tienen unas raíces más chamánicas que las nuestras. Me gusta Terry Gilliam, que expone realidades que no difieren demasiado a lo que vemos ahora. En 12 monos, por ejemplo, hace un viaje en el tiempo pero todo es normal, no vuelan naves ni autos. Una serie que también me influyó mucho es la francesa Les revenants, donde hay gente que vuelve de la muerte y no se explica mucho por qué.

¿Qué podés decir de las locaciones?

- El loft donde vive la pareja se armó con el director de arte colombiano. Ellos tienen una arquitectura muy diferente a la nuestra, tienen dimensiones y formas raras. Por ejemplo, un baño abierto. Traté de ser lo más fiel posible a la cultura y que, lo que al principio era un hogar hermoso, pase a ser algo oscuro y lúgubre. Me pareció que daba el rol del lugar.

- ¿Cómo fue la elección de los actores? 

- A María Nela la conocí acá, por unas películas que estaba haciendo. Me pareció que, si bien es colombiana, tiene una escuela argentina porque ella estudio acá. Entonces me iba a ser más fácil que uno de los protagonistas tenga un lenguaje que conozco, a diferencia de los actores colombianos, que vienen de otra escuela. A ellos había que explicarle el tono y el registro que tenía la película, distinto al de las novelas que producen ellos. En ese caso, fue un desafío para mí equipararlos con la impronta de los actores argentinos, que es muy pasional. Respecto a Luis, pensé en él desde el guión, de hecho en este momento estoy haciendo otra película con protagonismo suyo. Y Guillermo me pareció que daba para su personaje: que tenga al principio una buena apariencia física y que después se fuera deteriorando, como le pasa en Nacido y criado (2006). Me ayudó mucho para la película.

- Sos paraguayo, filmás en Colombia y trabajás con actores argentinos. ¿Cómo se da esta combinación?

- Y agregá que fuí a un colegio griego (risas). Nací en Paraguay, de padres argentinos que estaban allá por trabajo, y a los seis meses vine para acá. Me quedé con la doble nacionalidad, pero mi vida está en Argentina. Lo de Colombia salió porque gané el concurso de óperas primas del INCAA y hubo un productor que estaba muy interesado en el guión y nos ofreció la coproducción con ellos. Filmar en Bogotá enriqueció muchísimo al proyecto, ya que nos facilitó recursos para tener a los actores que quería y me sirvió para meterme en una cultura que me interesaba mucho.


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